Desde la ciencia moderna, particularmente en su versión positivista a finales del siglo XIX, fueron renovados y redefinidos argumentos tradicionales, especialmente los de tipo religioso, a la hora de conceptualizar al género. La historiadora y feminista Nerea Aresti expresa que, lejos de representar una visión más igualitaria de las mujeres con respecto a los hombres, la misoginia se agudizó en un intento de construir una naturaleza femenina radicalizando la sexualización de la mujer (Aresti, 2000). Emilia Pardo Bazán 1892, (citada en Aresti 2000: 365) comentó en este contexto que “es indignante la dirección del movimiento científico, es un desaliento infecundo y amargo que llevaba a preferir ignorarlo”, demostrando con ello que ha sido la perspectiva de género la que nos ayuda a dar otra lectura a la introducción del positivismo en Europa. Deja clara la naturaleza, por ejemplo del “ángel del hogar” como forma de referirse a la mujer, cimentado en una mentalidad hegemónica que subraya el ideal de domesticidad de la mujer en el ámbito privado. Es así la ciencia, particularmente el positivismo, el medio paradigmático de la creación y expresión de los argumentos misóginos que dan fundamento ideológico a la sociedad patriarcal de los últimos siglos. Tanto la Doctora en Psicología Esperanza Bosch como Victoria Ferrer expresan que el androcentrismo, como tal, ha imperado y limitado el desarrollo científico, y la psicología no se libró de esto, pues muchos logros de mujeres que formaron parte de su historia fueron eliminados o borrados en sus distintas etapas (Bosch y Ferrer, 2003). De hecho, la naturaleza psicológica de las mujeres fue una construcción particularmente normativa en el proceso de redefinición del orden de género en un sentido científico. En el ámbito anglosajón, fue especialmente en la época victoriana cuando los valores tradicionales de feminidad, a la par del ideal romántico, colocaron a la mujer en un lugar frágil y dependiente, alejándola de su superación profesional y limitando su acción al hogar o lo privado. Este modelo, en versiones diferentes según el contexto, vino a marcar los límites de la feminidad en las sociedades occidentales contemporáneas. Los análisis feministas, hechos en el seno de las disciplinas científicas con fondo androcéntrico, favorecieron a la investigación y al estudio de factores tradicionalmente tomados como naturales. Estos análisis se realizaron con la idea de desenmascarar características como las del género, que ha sido considerado como algo asignado de forma biológica al nacer, y que aún en la actualidad sigue considerándose así (Moreno, Sastre y Hernández, 2003, en García, 2005). Por lo tanto, es necesario el enfoque del trabajo de manera transversal en la ciencia, pues ya es tiempo de erradicar los estereotipos y prejuicios que forman parte de la sociedad.
Por: Selene E. Pacheco Arellano
REFERENCIAS CONSULTADAS
- Aresti, N., (2000). El Ángel del Hogar y sus Demonios, disponible en https: //egela1617.ehu.eus/pluginfile.php/126614/mod_resource/content/2/El%20angel%20del%20hogar%20y%20sus%20demonios, consultado el 02/01/2016.
- Bosch, E. y Ferrer V., (2003) Nuevo modelo explicativo para la violencia contra las mujeres en la pareja: el modelo piramidal y el proceso de filtraje. España: Universidad de las Islas Baleares.
- García, S., (2005). Psicología y Feminismo. Historia olvidada de mujeres pioneras en psicología. Madrid, España: Narcea, S.A.